Mensaje de la vicepresidenta
A continuación publicamos el mensaje de la vicepresidenta de The Anna Trust, Sr. Teresa Maya, CCVI
Como suelen decir los abogados, los hechos son difíciles de cambiar. Y el hecho es que todos estamos envejeciendo. El envejecimiento no es una enfermedad que deba curarse, sino un proceso en el que debemos acompañarnos mutuamente. No necesitamos un modelo médico para el envejecimiento, sino un modelo de acompañamiento colectivo basado en valores fundamentales como la dignidad, el respeto y la alegría de la sabiduría madurada a lo largo del camino.
Para la Fundación The Anna Trust, esto significa desarrollar y financiar programas que reúnan a las hermanas para recorrer ese camino juntas, de forma colaborativa. Lo haremos con métodos que protejan y mejoren la salud de nuestras hermanas mayores, pero que al mismo tiempo cultiven la espiritualidad y generen un sentido de propósito y de contribución con y para ellas. En la práctica, ¿qué significa esto para el trabajo de The Anna Trust?
Significa que reforzaremos la capacidad de las congregaciones para acompañar a nuestras hermanas de manera integral. Significa que apoyaremos la colaboración entre congregaciones para desarrollar servicios sociales y de salud más eficaces para nuestras hermanas mayores, pero de forma que se valore la sabiduría que aporta su edad y que se les permita seguir participando en el ministerio. Significa que desarrollaremos nuevos enfoques para la sostenibilidad financiera, no por el dinero en sí, sino porque solo garantizando la sostenibilidad de un servicio integral podremos garantizar un futuro seguro a las nuevas generaciones de hermanas dentro de la comunidad.
Seremos testigos de su envejecimiento, pero lo haremos dentro de la comunidad. Y ese testimonio, esas innovaciones en los servicios y la sostenibilidad, se irradiarán desde las hermanas hacia el mundo en general como un ejemplo de cómo merecen y deben ser tratadas todas las personas mayores.
Por último, nosotras mismas aprenderemos una lección final. Como hermanas, encarnamos la cultura del cuidado, de la atención al prójimo. Es esto lo que somos en muchos sentidos: las manos y los pies de Cristo. Y ahora cada una de nosotras tendrá que acoger con humildad los cuidados de los demás. ¡Y cuánto aprenderemos de ello! Ser parte de una comunidad significa aprender a dar, pero también aprender a recibir.